Tuesday, May 29, 2007

Abril Nueve

No más estragos. Miro a mi alrededor y me sorprendo de la magnitud de mi soledad. No me quejo, mas no rechazaría un que otro regocijo en buena compañía.
Al estar solo los pensamientos no tienen destino, se propagan a una velocidad paranoica, nunca permitiéndote saber si aciertas o si halucinas. Un mundo propio y único del sujeto, quien al verse enfrentado con la realidad asume la defensiva como perro guardian alterado por intrusos.

Sueño aún con encontrar a mi intrusa ideal. Aquella que perturbará mi monótona tranquilidad y traerá calma a mis sentidos y sosiego a mis pensares.
A veces la dislumbro a mi lado en las mañanas y el tierno aroma a café y pan recién tostado. Los primeros rayos del sol color naranja acariciando aquella tibia piel de terciopelo y mi total perplejidad ante su magnífica presencia. Realizo el más increíble de los esfuerzos por no despertarla y solo me atrevo a susurrarle al oído que la quiero y que no quisiera nunca perderla.

Luego pienso en que ese pudiera ser un buen capítulo de alguna serie de televisión y dudo realmente si tal destello de felicidad llegaría algún día a concretarse . Como Dante, atravezaría el infierno por ella si supiera en lo más remoto que me espera un pedazo de cielo con tan solo la más ligera de mis ilusiones.

De vuelta a la realidad. Aquel viejo vacío que no cesa en llenarse, ese trago amargo que simplemente tienes que tomar o empeorarás.
Algún día estos escritos dejarán de ser melancólicos, algún día estos escritos dejarán de ser.
Mientras tanto, vuelvo al ring. Round cuarenta y siete mil y aún sangrando, el público inerte y estupefacto, la atmósfera cargada y el aire irrespirable y aquel estruendoso circo que celebra sin cesar...

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